Augusto Bastidas no despega la mirada del campo de juego. Sus
nietos en la cancha de tierra lo trasladan a esa época del fútbol profesional
cuando la fiesta se vivía en paz. De vez en cuando se levanta y grita cuando
golpean a uno de sus familiares. Su esposa Teresita siempre lo acompaña en cada
aventura dentro del deporte barrial.
A pesar de sus 70 años, su mente lúcida recuerda la magia de
Polo Carrera en Liga de Quito y añora esos momentos del deporte cuando se
disfrutaba sin el miedo a la violencia. “En lo profesional se ha perdido la
hinchada por las barras mal conducidas. Se toman tan a pecho las cosas que no
les importa lo que suceda en el campo de juego” dice don Augusto.
Ahora lo único que le impulsa a vivir el deporte más popular
de Ecuador (fútbol) es ver a sus nietos. “Ellos juegan bien y yo les vengo a
alentar” menciona mientras toma la mano de su esposa, quien no descuida ningún detalle
de las acciones de gol que protagonizan los “pequeños” como lo destaca el
adulto mayor.
“En el fútbol barrial todo es diferente. Se vive sano y
disfrutan lo que hacen” añade. Se detiene. Se para y da tres pasos hacia las
mallas. “Corre por el lado izquierdo el de ahí es malo” grita al mayor de sus
nietos. Sonríe y da un pequeño repaso a su pasado.
“Mi padre fue jugador del Gimnástico que jugó a nivel
amateur, de ahí mi gusto por este deporte. Yo jugaba bien y ellos (nietos) me
llevaban la maleta antes, ahora les llevo yo” dice mientras su rostro golpeado
por los años al parecer no pierde la ilusión de disfrutar más tiempo el deporte
que ilusiona y frustra al mismo tiempo a los fanáticos.
Suena el pitazo final y suelta la mano de su esposa. Da unos
pocos pasos y en un abrazo eterno felicita sin palabras a sus nietos, quienes
mantienen la ilusión del jugador amateur, del hincha de los “Super Clásicos”
capitalinos, de don Augusto, quien semana a semana demuestra que la pasión no está
en un resultado sino en el deseo de observar a quienes más quiere.